martes, 30 de septiembre de 2008

La tristeza pasiva




La tristeza pasiva, la cual se caracteriza por una conducta de postración; relajación muscular, palidez, enfriamiento de las extremidades. Quien la padece se vuelve hacia un rincón y se queda sentado, inmóvil, ofreciendo al mundo la menor superficie posible. Frente a la luz del día, prefiere la penumbra; frente a los ruidos, el silencio; frente a las multitudes de los lugares públicos y de las calles, la soledad de un aposento. "Para permanecer a solas, dicen, con su dolor".

Esto no es cierto.

Es de buen tono, en efecto, aparentar una profunda meditación sobre la propia pena. Sin embargo, son raros los casos en que uno está apegado a su propio dolor. Tal comportamiento obedece más bien a que al desaparecer una de las condiciones habituales de nuestra acción, el mundo exige de nosotros que actuemos en él y sobre él sin esa condición. La mayoría de las potencialidades que se hallan en el mundo (trabajo que realizar, gentes que ver, actos de la vida cotidiana que llevar a cabo) siguen siendo las mismas. Pero los medios para realizarlas, las vías que surcan nuestro "espacio hodológico", han cambiado. Por ejemplo, si me he arruinado, no dispongo de los mismos medios (coche, ordenador, etc...) para llevarlos a cabo. He de reemplazarlos por nuevos intermediarios (tomar el bus, escribir manuscrito, etc.) y esto es precisamente lo que no quiero.

La tristeza tiende a suprimir la obligación de buscar estas nuevas vías, de transformar la estructura del mundo reemplazando la actual constitución del mundo por una estructura totalmente indiferenciada. Se trata, en buenas cuentas, de hacer del mundo una realidad afectivamente neutra, un sistema con un total equilibrio afectivo; de descargarlos objetos con fuerte carga afectiva, de llevarlos todos al cero afectivo, y, con ello, de aprehenderlos como perfectamente equivalentes e intercambiables, es decir, donde da lo mismo. En otras palabras, al no poder o querer realizar los actos que proyectábamos, procuramos que el universo ya no exija nada de nosotros.

Así la herida que se acaba de sufrir, un fracaso sentimental, o profesional, tal pena o duelo que afecta nuestras relaciones con el prójimo son a menudo el desencadenante, fácilmente identificable de nuestra desesperanza vital. Una traición, una enfermedad fatal, un accidente o cualquier desgracia imprevista que nos abruma en la constante avería de lo cotidiano- y que nos arrancan repentinamente de esa categoría que nos parecía lo normal.

APRENDER SOBRE LAS EMOCIONES



"Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional, libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse y pensar con claridad".



¿Cómo estás?' es una pregunta importante, tanto si nos la hacemos a nosotros mismos como si nos la formulan otros. '¿Cómo estás?' nos pide que seamos capaces de describir nuestros sentimientos con palabras, que les coloquemos unas etiquetas que reflejen su variedad. Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra posibilidad de controlarlos es mucho mayor.

¿Por qué es importante hacerlo? Porque tu estado anímico influencia en gran medida en lo que hagas.


Pero si no sabes cómo estás, entonces tampoco sabes cuál es tu forma de actuar , y por tanto, no estarás seguro de cómo ponerla en práctica.


Crítica

En la mayoría de la teorías psicológicas, la conciencia de la emoción se explica como si esta fuera ante todo una conciencia reflexiva, es decir, como si la forma primera de la emoción se viera como un "estado de conciencia"

lo que es un dato incontrovertible aunque irrelevante, ya que no cabe duda que siempre es posible tomar conciencia de la emoción como estructura afectiva de la conciencia y decir por ejemplo “estoy triste, tengo miedo, etc.”, pero el miedo no es originalmente conciencia de "tener miedo" La conciencia emocional es ante todo irreflexiva, la conciencia emocional es ante todo conciencia del mundo ( "el otro" es quien en muchas ocasiones te hace ser objetivo de tu propia emoción)

Es evidente por ejemplo que cuando un hombre tiene celos, y dichos celos –en determinadas circunstancias– le fuerzan a espiar por la cerradura de una puerta -entregándose a esta vergonzosa acción-Sin embargo este hecho es irreflexivo, es decir, no supone todavía una toma de conciencia respecto de lo vil de aquel acto. Sin embargo cuando es sorprendido en aquella acción, es decir, cuando es visto por un otro, o más precisamente, cuando él mismo se aprehende como siendo objeto de una mirada, extraña, sólo entonces, su acto se objetiva, dado que es la mirada del otro la que da consistencia a su ser, de allí que la constitución de nuestra identidad, esto es, el ver claramente dentro de nosotros mismos, nos viene dado desde fuera, por la mirada del otro.


miércoles, 24 de septiembre de 2008




Las raíces de la violencia, se entremezclan con las raíces de la empatía. Goleman, realiza un alegato, sobre la inutilidad, de la mente, la sobrevaloración intelectual de la incapacidad de las ideas, si no van acompañadas de un corazón que comprende.

Sin un aprendizaje emocional , que enseñe al individuo a relacionarse con el mundo no importa cuán alto sea su CI ( coeficiente intelectual), verá seriamente comprometidas sus posibilidades de éxito.

Cualquier psicoterapeuta añadiría que la mente sin el corazón está abocada a la locura, que la perfección de las construcciones mentales sin pasar por el tamiz de la experiencia conducen a la adolescencia del carácter del que no se conoce a sí mismo.

El "poder" del saber ha traído tantos logros sobre la materia que nuestra cultura a glorificado la frialdad del pensamiento en detrimento de la acogida humana. Y en esa locura radica la violencia es sus infinitos grados y manifestaciones. Cuanto más abiertos nos encontremos a nuestras propias emociones mayor será nuestra destreza de la compresión de los sentimientos de los demás y de esa compresión surge el amor, la compasión, y la empatía.

El alexitimico, aquel incapaz de conectar con sus emociones cuando llega al extremo de una ausencia total de empatía, es el psicópata por excelencia.
Huyendo de su dolor se encarama hacia fantasías gratificantes que le entrañan el dolor de los demás sobre el discurso de la idea mental de uno mismo.

La actitudes de la jungla humana todos somos víctimas cotidianas del analfabetismo emocional, sufrimos carencia de la necesaria amabilidad respeto y comprensión hacia el otro. Pero cuando sobre éste campo de cultivo se insuflan construcciones mentales de lo perfecto o se alaba la determinación del sociópata la ausencia de empatía produce seres perdidos en personajes sin corazón, sociedades en perpetua crisis de adolescencia, una locura sanguinaria que cierne sobre nosotros la sombra del fracaso colectivo

(texto de 2º de bachiller, en lenguaje)
Por supuesto análisis del mismo.
Dedicado a los que me han enseñado:
"A través ti...
después de estar al otro lado de la mesa después de 23 años...
a todos vosotros
que habéis confiado de una forma en mi.
No intento quitar méritos a nadie, es sólo,
un buen momento para contaros
lo que de verdad se aprende al otro lado de la mesa,
cómo una persona te deposita en ella todo su malestar
y mirándote te dice: qué me pasa?
y reconocer que a la vez tu aprendes de ella.
No va a ser un tratado de patologías,
aunque alguna caerá, por lo curioso
de su sintomatología y consecuencias.
Sí, por el contrario, me gustaría mostrar lo que se aprende..
de esa "...psicología de calle..."de la que no es necesario un título
Universitario, de esa que por lógica?..creo que es un buen término,
todos estamos abiertos y capacitados.
Continúo estando al otro lado, quizá de formas diferentes
también aprendiendo cosas nuevas.