domingo, 18 de enero de 2009



Una persona sin sentimientos es una persona sin conflictos, sin deseos (como apropiación de la realidad o rechazo de ella, es apatía) los sentimientos nos lleva a desear lo que no tenemos, no perder lo que poseemos y no verse obligados a tener lo que no deseamos.

lunes, 24 de noviembre de 2008

"MAMASYPAPAS"

"para que dudemos que el juego no es revelador"

sábado, 22 de noviembre de 2008

Decidí volver



Decidí volver, sin consulta previa. A penas me acercaba al centro, ahí le vi en la puerta, fumándose un cigarro ( vaya ejemplo...) sentía una mezcla de sinsabores y un querer ser atendida y a la vez no cotinuar. No tenía claras las respuestas a sus preguntas...no se por qué me planteaba tantas cosas, si probablemente no me atendería sin cita.

Mi paso era lento, su cigarro eterno, me iba a tener que ver de frente con ella,
:- quizás ni me reconociera, solo soy un expediente más.

Ya en la puerta, le miré y ella también lo hizo, entré ( no sabía si salir corriendo, ni si ir a administración).

Me cogió del brazo, sin decir nada y me dirgió a su consulta, mientras le decían que tenía su cita siguiente, no hizo ni caso...ella iba a lo suyo me abrió la puerta me invitó entrar ( con un gesto de cabeza) y me senté esperando que me dijera algo. Se sentó, me miró y me dijo :- y bien?
...no sé si quiero curarme, no creo que esté enferma, sé que puedo dejarlo cuando quiera, pero sé que no puedo seguir así.

Me miró ( sentí que ella ganaba) sacó un cigarro, me invitó...yo no fumaba y me dijo:- haremos una planificación alimenticia para que no engordes, lo demás va de mi cuenta, me dió cita. Se levantó, se sentó en la mesa a mi lado y me toco el pelo, a modo de caricia, me dijo: ya vale de sufrir no crees?



martes, 21 de octubre de 2008

Me tiene cabreada



Hoy he vuelto a la psicóloga, me he mosqueado al principio con ella,
por qué no me preguntaba lo qué yo quería? por qué no me tachaba
de Anoréxica, por qué me preguntaba, mis aficiones, mis gustos, mis preferencias, y no hacía alusión a mi enfermedad?
Tan poco le importaba?
Para qué voy?..

:-me gusta bailar, hacer mucho deporte ( le decía yo)

Ella me miraba y me seguía preguntando por mis amistades, mis relaciones,
mi vida de un día cualquiera, yo le decía lo que me venía en gana.
Hasta qué no he podido más , y le he dicho aquí no tengo nada qué hacer.
y me contesta :- efectivamente, nada qué hacer.
Me he puesto a llorar, me ha dado un clinex ( qué detalle)

Tras mis lloro y mi silencio me dice:

:-No estoy para perder el tiempo, y menos el tuyo, tú ya lo has perdido bastante, así qué decide qué deseas, qué quieres, para qué vienes, y cuando lo sepas y concretes estaré aquí, te esperaré.

Me he levantado y me he ido.
Sentía tanta rabia...( no sabía qué decirle, no podía contestarle a ninguna pregunta...)

No se si volveré, pero por qué me ha gustado y al mismo tiempo sentía rabia, mucha rabía ( "hoy me pegaré un atracón, por su culpa").
Y si vuelvo qúe le digo?

Ella está segura que volveré.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Hoy fui a la psicologa...




Bueno, hoy me toco contar por enésima vez mi triste historia jejeje, que si de niña me trataron de abusar, que si era una niña insegura, que si nunca he sido feliz con mis padres, que si me case por escapar de mi casa...........uuuuuuuuufffff


Aun así tengo algo de fe,

quizás me sirva, quizás me calme...quizás y no sea tan malo...

Un detalle... no le hablé sobre mis desordenes alimenticios....uuh pequeño detalle, pequeño olvido...supongo que para la próxima sesión…una vez a la semana y lo mejor gratis, no estoy para pagar nada.


Hoy me pasé.

Y fue terrible.

Y más encima quien esta a mi lado, no está realmente

Quien no está, hizo más.

En fin una desilusión más.

Espero seguir bajando.

Eso me hace ilusión, ponerme la ropa que hace mil no me ponía, ver mis huesitos...pero aun me falta.

No voy a parareso seguro.


Algo me dice que no se la he metido, o será que necesito creer en ella?

Por qué no me ha dicho nada si me miraba a los ojos y me leía que había más?
o no ha reparado en ello?
Se lo ha callado, lo sé
Las dos lo sabemos

viernes, 3 de octubre de 2008

Gracias a tí

A mi compañera


Hace siete años, entraste en mi vida y me mostraste en varias ocasiones, que ésta no era fácil de vivir sin poner atención en ella. Me mostraste muchas necesidades que me negué a aceptar y por esto, seguiste en mi vida mucho tiempo. Cuando te retiraba de mí como enemigo a través de las terapias, tú pronto volvías, pues sabías que yo aún necesitaba tu presencia aunque yo nunca lo reconociera.
Hoy, he aprendido muchas cosas de la vida y he visto que tú has sido muy valiosa en ella, por eso quiero agradecerte algunas de las muchas maravillas que me has permitido aprender y soy consciente que te gustará también.
-He aprendido a ver la importancia del dolor en los demás seres humanos pues, gracias a que lo viví, entiendo ahora cuando otros lo presentan.
-He conocido a muchas gentes maravillosas que me han mostrado posibilidades interesantes de cómo enfocar mejor la vida.
-He buscado libros, tratamientos y personas para poder vivir mejor y tener buena salud.
-He empezado a valorar cada cosa que hago y a quererme y aceptarme como soy.
-He conocido a través de ti el regalo más lindo de la naturaleza: Las flores y sus esencias.
-He buscado en mi interior muchas veces, he mirado hacia dentro, he analizado mi ser y ahora creo en mí y me quiero.
-He entendido que la vida es una magnífica oportunidad de crecer y aprender.
-He podido conocer el Amor.
-He podido pensar en cosas diferentes a lucirme, a ser importante, a gustarle a las mujeres. He podido disfrutar el solo hecho de existir.....
La lista continuaría eternamente y sé que tú, de una u otra manera, has tenido mucho que ver en esto. Por eso, te agradezco desde lo más profundo de mi ser.
Ahora que te he expresado estos logros míos, me quiero disculpar contigo, pues he pensado mal de ti y te he culpado de mis desventuras. Te hice responsable de que me impidieras salir a trabajar, que me impidieras salir con mi familia y jugar con mi hija en parques, jardines y poder, en una palabra, disfrutar como cualquier otra familia. También pensé que tú me habías hecho gastar mucho dinero. Te culpé de todo lo que me pasaba y no creí que te merecieras nunca mi aprecio.
Luego me di cuenta de que tú habías venido a mí porque yo te necesitaba. Necesitaba tener un dolor y una enfermedad muy fuerte para que la gente pensara que yo era fuerte, pues yo no me consideraba así. También necesitaba aprender de ti a conocer el dolor y el sufrimiento, pues si no, nunca me hubiese ocupado de los demás y de sus sufrimientos. Noté que, al aparecer me permitiste replantear mi vida, pues iba destino a un caos agrediéndome constantemente de diferentes maneras.
Por todo lo que te he escrito, te pido disculpas de nuevo, pues no has sido tú la culpable de lo que me ocurría sino que fuiste la amiga que llegó a mí para enseñarme cómo salir de lo yo estaba causando.
Has sido, sin duda, mi maestra pues me has mostrado lo que venía a hacer y me has dado las herramientas para hacerlo. Sin embargo, ya aprendí la lección de ti, por lo tanto no te necesito, te puedes ir, te dejo en paz.


Te quiere........

Comentario:

Los síntomas, no son más que sirenas de emergencia, avisos..llamadas de atención de que algo no va bien.
En muchos casos oímos, quítame esto de encima,que yo sin esta angustia estaría bien, solo preteden quitar lo que les molesta, un "simple" síntoma.
La raiz de un síntoma no les intersa, no lo enienden, con lo "felices" que eran...
Por norma general, todo síntoma que provoca angustia es debido a algo ( algo que ha de cambirse) y no me refiero a todas las enfermedades, ya que veo muchas Depresiones endógenas ( sin causa externa).
Conste, quien expresó tan bien el relato anterior, sufrió muchísimo...pero salió.
Una supersonrisa por ti...te la mereces...
Siempre debemos reparar en la cuantía del sufrimiento de un síntoma a pesar de que parezca que "yo" le quite importancia ( no es así)

martes, 30 de septiembre de 2008

La tristeza pasiva




La tristeza pasiva, la cual se caracteriza por una conducta de postración; relajación muscular, palidez, enfriamiento de las extremidades. Quien la padece se vuelve hacia un rincón y se queda sentado, inmóvil, ofreciendo al mundo la menor superficie posible. Frente a la luz del día, prefiere la penumbra; frente a los ruidos, el silencio; frente a las multitudes de los lugares públicos y de las calles, la soledad de un aposento. "Para permanecer a solas, dicen, con su dolor".

Esto no es cierto.

Es de buen tono, en efecto, aparentar una profunda meditación sobre la propia pena. Sin embargo, son raros los casos en que uno está apegado a su propio dolor. Tal comportamiento obedece más bien a que al desaparecer una de las condiciones habituales de nuestra acción, el mundo exige de nosotros que actuemos en él y sobre él sin esa condición. La mayoría de las potencialidades que se hallan en el mundo (trabajo que realizar, gentes que ver, actos de la vida cotidiana que llevar a cabo) siguen siendo las mismas. Pero los medios para realizarlas, las vías que surcan nuestro "espacio hodológico", han cambiado. Por ejemplo, si me he arruinado, no dispongo de los mismos medios (coche, ordenador, etc...) para llevarlos a cabo. He de reemplazarlos por nuevos intermediarios (tomar el bus, escribir manuscrito, etc.) y esto es precisamente lo que no quiero.

La tristeza tiende a suprimir la obligación de buscar estas nuevas vías, de transformar la estructura del mundo reemplazando la actual constitución del mundo por una estructura totalmente indiferenciada. Se trata, en buenas cuentas, de hacer del mundo una realidad afectivamente neutra, un sistema con un total equilibrio afectivo; de descargarlos objetos con fuerte carga afectiva, de llevarlos todos al cero afectivo, y, con ello, de aprehenderlos como perfectamente equivalentes e intercambiables, es decir, donde da lo mismo. En otras palabras, al no poder o querer realizar los actos que proyectábamos, procuramos que el universo ya no exija nada de nosotros.

Así la herida que se acaba de sufrir, un fracaso sentimental, o profesional, tal pena o duelo que afecta nuestras relaciones con el prójimo son a menudo el desencadenante, fácilmente identificable de nuestra desesperanza vital. Una traición, una enfermedad fatal, un accidente o cualquier desgracia imprevista que nos abruma en la constante avería de lo cotidiano- y que nos arrancan repentinamente de esa categoría que nos parecía lo normal.